Tarjetas virtuales, una ayuda para evitar fraudes

21 oct 2025

La tecnología ha atraído mucha innovación en el sector financiero. Aunque todavía tiene su público, el dinero en efectivo ha quedado relegado a un segundo plano a la hora de hacer pagos. Las compras virtuales ganan posiciones y, para ello, es obligatorio usar la tarjeta, ya sea de crédito, de débito o, simplemente, monedero.

¿Hay que asustarse! ¡Al contrario! La seguridad en las finanzas se ha ido fortaleciendo para todo tipo de gestiones, desde solicitar un crédito rápido, hacer un Bizum o una simple compra online. Aunque estafas siempre ha habido y las habrá, las dificultades para ello son cada vez mayores.

La seguridad por encima de todo

Operar con tarjeta, da igual el tipo, es algo seguro, aunque sean muchos los desconfiados que temen que se roben sus datos y después su dinero. De hecho, ofrecen una doble protección: la de los datos bancarios de la propia tarjeta y la del teléfono móvil al que están vinculados.

Tal y como señalan desde la OCU, son varias las entidades que aceptan vincular varias tarjetas virtuales en una cuenta. De este modo, se pueden dar usos distintos y bloquear alguna de ellas en caso de que sea necesario. Las tarjetas virtuales de un solo uso también se plantean como una opción interesante que no deja rastro.

Barrera de seguridad extra

Pagar con el teléfono móvil o, incluso, con el reloj, es un gesto que sale solo y, además, es seguro. Dejarse la cartera en casa ya no es un problema si la tienes en el móvil, aunque algunas veces creas que te falla. Los bancos han hecho esto posible con sus versiones virtuales o con la versión virtual de su tarjeta o con la ofrecida virtual directamente.

Sea cual sea la opción, para pagar en tiendas físicas, es preciso tener instalado el Apple Pay,Google Walllet,Samsung Pay… En todos los casos, el móvil se convierte en una barrera de seguridad adicional tal y como asegura la Organización de Consumidores y Usuarios.

Doble esfuerzo

Si se perdiera el teléfono móvil, algo que puede pasar, no sucede lo mismo con la tarjeta virtual, lo que disminuye el riesgo de estafa. Si alguien encuentra tu móvil o, en el peor de los casos, lo ha robado, es necesario poner en marcha un doble esfuerzo: desbloquear el teléfono y autenticar la operación del banco.

Para el primer punto, hay conocer el código de desbloqueo o, en su defecto, el reconocimiento facial o la huella dactilar. En el segundo punto, dependiendo del importe de la compra, es necesario validarla con la aplicación del banco para lo cual tienes que introducir tus credenciales.

Varias tarjetas, usos distintitos

Si tu banco lo permite, es posible tener distintas tarjetas virtuales con usos diferentes. Como ejemplo, una tarjeta puede utilizarse para sacar dinero en cajeros y hacer la compra en tiendas físicas y otra para pagar suscripciones: en caso de desbloquear una por necesidad, en nada afectaría a la otra.

También son posibles las tarjetas desechables que solo se usan una vez. Con ellas, la seguridad todavía es más alta porque quedan completamente inservibles tras su uso. Si un pirata informático da con una, de poco puede servirle, aunque la hubiese clonado. Son útiles si no te fías del establecimiento en el que quieres comprar.

Cuestión de precios

La mayoría de las tarjetas virtuales son gratuitas mientras que por las físicas se paga una cuota anual, aunque se bonifique una parte. Con alguna de ellas, también se puede sacar dinero sin comisiones varias veces al mes en los cajeros automáticos, así que ganan espacio a las físicas se mire por donde se mire.

Lo que sí cuesta es que te manden a tu domicilio una versión tradicional plastificada como las de toda la vida por si fuera necesaria. Imagina que vas a un cajero donde no hay contacless, por ejemplo, o vas a alquilar un coche o pagar un hotel y no aceptan la virtual. Tener la versión física nunca está de más.

No obstante, no te creas inquebrantable y nunca bajes la guardia contra el phishing (robar datos personales haciéndose pasar por el banco) o cualquier fraude bancario. Aunque la ley deja claro que el titular de una cuenta nunca asumirá un gasto no autorizado por él, la realidad es muy distinta.

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